Memorias de un desconcierto

Memorias de un desconcierto

viernes, 22 de enero de 2016

La pizzeria Mario

La comisaria se encuentra muy cerca de la pizzeria Mario y no es raro ver allí comer a numerosos agentes de la autoridad.

La pizzeria Mario es famosa porque puede preparar los espaguetis de 365 formas diferentes y los años bisiestos, como este, preparan uno especial que sólo lo sirven el día 29 de febrero. Tal es la fama que las reservas se hacen a año bisiesto vista y ese día, los agentes de la autoridad tienen verdaderos problemas para poder comer.

Cada cuatro años el mismo problema. No es que sea un asunto grave pero trastoca bastante las costumbres de estos agentes y este año han ideado un plan para que no les vuelva a pasar.

Sentado en la mesa de su despacho, Manolo, conocido entre sus colegas como el 'Pavo Real' por como se pavonea cuando resuelve un caso, llama por teléfono a un confidente suyo. Un ladronzuelo que tuvo épocas mejores pero que la edad le ha retirado de la calle, aunque sigue siendo bastante respetado por el gremio y que le han puesto el sobrenombre de 'el Monóculos'. Perdió un ojo una vez en un asalto a una relojería. Se giró tan deprisa para salir del local cuando había cometido la fechoría que su compañero no tuvo tiempo de apartar el arma y se la introdujo en el ojo, perdiéndolo. Este compañero cuando fue a verle a casa, después de la condena, le llevó un monóculo, 'graduado', le dijo, 'para que puedas ver bien por el ojo que te queda'. 'El Monóculos', que entonces sólo se llamaba Pepe, se emocionó tanto que medio lloró, 'claro, sólo tenía un ojo', fue el comentario de algún envidioso colega.

Este día 'el Monóculos' estaba sentado en la salita de casa cuando recibió la llamada del 'Pavo Real', aunque él se cuidaba muy mucho de llamarlo así a la cara y siempre le trataba de don, '¡¡don Manuel, que sorpresa!!' le dijo a modo de saludo mientras se llevaba a la boca un dedal de whisky. '¿Qué se le ofrece?'.

Don Manuel, Manolo, 'el Pavo Real', le comentó que necesitaba de sus servicios para conseguir que las reservas del día 29 de febrero de la pizzeria Mario desapareciesen. No consideró oportuno darle mayor explicaciones, entre otras cosas porque 'el Monóculos' era de risa fácil y no estaba dispuesto a sentir su carcajeo por teléfono, 'delante le pego una hostia y todo solucionado, pero por teléfono es más complicado', pensó. 'El Monóculos' tampoco preguntó. El trato que había experimentado con la autoridad tanto desde un lado de la ley como del otro le había enseñado que son personas recatadas en sus cosas y aunque fisgonean en las vidas de los demás, las suyas son muros infranqueables y sus razones más allá del conocimiento de un ladronzuelo retirado.

De un salto se levantó y cogió un afilado lápiz con el que anotó la dirección de la pizzeria en una libretita de espiral que hacía las funciones de lista de compra, encargos varios, pensamientos que se le ocurrían de vez en cuando y anotar los números de los ciegos. 'Soy medio del gremio' le decía a Juan, su vendedor de la ONCE habitual.

La conversación duró lo suficiente para echarse otro dedal de whisky al gaznate y los detalles de la misma quedaron garabateados en la libretita, poniendo al margen que tenía que comprar otra botella de DYC.

El día 29 de febrero, si nos pasamos por la pizzeria Mario, sabremos el éxito del encargo.

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